-Estamos ante el Palacio de Mazapán- dijo Cascanueces

En aquel momento se oyó una música suave y agradable, las puertas de palacio se abrieron y entraron doce pajecillos con tallos de la especie del clavo encendidos, que portaban en sus manitas.

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SÓLO SE ESCUCHABA ¡brr!,¡puff,pif!,¡tant, tant, rataplán!...

¡bum...,burrun!..., y gritos y chillidos de los ratones y de su rey; ¡Y luego la voz potente de Cascanueces, que daba órdenes al frente de los batallones, que, en medio del fuego, participaban en la pelea!


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